dimarts, 22 de juliol del 2014

Ternura

Platero y ternura



Hoy mismo en Facebook he copiado esta imagen de un burrito. Un burrito que me ha recordado un magnífico libro "Platero y yo" lleno de pensamientos maravillosos y que introduce en el mundo de la ternura, de las emociones, de la dulzura, de la amistad... ¡Todo un programa!
Son pensamientos maravillosos que nos introducen en un mundo lleno de demostraciones de afecto que nos hacen reflexionar en la atención y cariño que deben recibir los hijos de los padres. Son pensamientos que nos ayudan a ser mejores y a repartir besos, abrazos o miradas afectuosas a los nuestros.
Unos pensamientos, en este libro pequeño que son geniales para llevarlos en el bolso, en la maleta, en el bolsillo o para tenerlo a mano en casa y saborearlo sin perder tiempo en algún programa insulso de televisión.
En definitiva tenemos un buen contenido para aliviar, consolar, acompañar y hacer felices a los demás.
¡Aprovechemos las vacaciones escolares para vivir con todo corazón la vida de niños y jóvenes!
Recordamos a Juan Ramón Jiménez:

Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Si el camino se torna fragoso y le peso un poco, me bajo para aliviarlo. Lo beso, lo engaño, lo hago rabiar. Él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, que ha llegado a creer que sueña mis propios sueños.

¡Feliz verano!


dimarts, 15 de juliol del 2014

Descansar en vacaciones sin dejar de educar


Descanso en tiempo de vacaciones y sigo educando

 
“La libertad supone responsabilidad. Por esto la mayoría de los hombres la temen tanto”.
George Bernard Shaw

 
Cuando llega el tiempo de vacaciones debemos descansar y recuperar fuerzas y cada uno de nosotros elige la mejor manera de hacerlo poniéndose de acuerdo con su familia. Con nuestros hijos pequeños es fácil pero es ideal que, aunque los hijos ya estén independizados, saber encontrar un tiempo para estar todos juntos después de comentar con ellos que plan puede ser el óptimo.

Si durante el curso hemos mantenido unos horarios y hemos animado a que nuestros hijos colaboren en las tareas de casa con algún encargo es normal que, ante un cambio nos planteemos que pautas nuevas serán las que ahora pondremos comentándolo en una reunión familiar. No puede ser que todo el peso de las tareas recaiga sobre el padre o la madre sin la mínima colaboración de los hijos. Si cada uno se ocupa de sus cosas ya hemos ganado mucho sino nos pasaremos el verano recogiendo toallas de playa y de piscina o zapatillas de deporte en cualquier rincón del pasillo.

Tengamos orden exigiendo encargos pequeños que nos hacen la vida más agradable. Tenemos autoridad siempre que vayamos por delante y nos hayamos organizado sin improvisar. ¡Claro que lo haremos con más flexibilidad y no olvidando que el orden de un hogar no es el orden de un museo!

Reflexiono con vosotros sobre esta renovada, buena y necesaria autoridad porque impregna la vida de cada uno de nosotros y no puede dejarse colgada en el armario de la entrada como hacemos con nuestro abrigo en invierno:
Nuestra autoridad ayuda realmente a nuestros hijos sin recortarles su libertad ni el cariño que les queremos dar.

En un clima de confianza en el hogar la autoridad se ha de basar en el ascendiente y el prestigio que adquirimos cuando intentamos superarnos para mejorar personalmente. Hay personas que cuando oyen las palabras “orden” o “autoridad”, sienten grima. Quizás porque les vienen a la memoria situaciones de novelas o de películas en las que el padre o un profesor pretendía que los hijos o los escolares obedecieran a fuerza de gritos y de golpes. 
La autoridad no tiene nada que ver con el abuso de poder o con la prepotencia.
Al contrario, la autoridad de los padres ejercida con amor, respeto y coherencia, es esencial para educar personas responsables y libres por esto hemos hablado de participación en el hogar al iniciar el artículo.
Hay estudios que demuestran que la ausencia de autoridad por parte de los progenitores conduce a chicos y chicas a tener poca capacidad para progresar, y muchos se convierten en niños déspotas, jóvenes agresivos o adultos inmaduros. Como es natural, los hijos reclaman que les guiemos. Es interesante ver como un chiquillo, que levanta pocos palmos del suelo, mira a sus padres antes de tocar los cacharros de los cajones bajos de la cocina si anteriormente se le ha corregido: necesita un asentimiento o una negativa. 

Sonrío cuando recuerdo la escena que viví en compañía de mis hijos y nietos. Era la hora de comer y estábamos todos sentados a la mesa. Había discusiones entre los nietos mayores, que no estaban contentos con el primer plato. Uno se quejaba de que la mantequilla se había puesto líquida, el otro quería “Ketchup” en lugar de la salsa de tomate hecha en casa, el otro quería menos espaguetis... De golpe, el nieto más pequeño, de cinco años, levantó la voz y dijo: “¿Quién manda en esta casa, eh?”. Aquella salida nos produjo un ataque de risa a todos y se acabó el barullo.
Hay que tener en cuenta que yo estaba callada para no interferir en la autoridad de los padres y ellos estaban un poco cohibidos y no querían regañar a los hijos en mi presencia. Afortunadamente en este caso, el más pequeño, con su oportuna petición, hizo que todo volviera a su cauce y nos demostró que se necesitaba más autoridad por parte de los adultos.

Hagamos una pequeña lista de los encargos que pueden hacer nuestros hijos en tiempo de vacaciones. Hay montones de posibilidades para que ejerzan su responsabilidad y la podamos valorar: desde ocuparse de comprar alimentos o hacer la lista del supermercado por internet, pasando por cortar el pan para la comida diaria principal o separar la ropa de color y blanca de la lavadora hasta ocuparse de entretener al hermano pequeño que empieza a caminar o dar media hora de clase al que necesita recuperación. También los hijos de cinco o seis años pueden tener oportunidad de colaborar: contestar el teléfono, ocuparse de colocar los envases vacíos en la bolsa de reciclaje, doblarse el pijama, dejar la ropa sucia en el cesto, recoger la mesa.

Llega el tiempo de vacaciones, un tiempo magnífico para agradecer, para valorar y para divertirnos juntos, será así si hemos previsto las responsabilidades de cada uno y lo hemos hecho creando un ambiente alegre y festivo.

Entrevista radio sobre adolescentes: (catalán): http://www.ivoox.com/vols-llegir-entrevista-victoria-cardona-educadora-i-audios-mp3_rf_1549583_1.html

¡Feliz verano sin olvidarse de repartir responsabilidades cariño, besos y abrazos a nuestro cónyuge e hijos!  

dimarts, 8 de juliol del 2014

El veraneo de los abuelos


El veraneo de los abuelos

 

La vida sólo se comprende mirando atrás, pero sólo puede ser vivida mirando hacia delante.

Sören Kierkegaard

 

La edad madura es aquella en la cual uno todavía es joven, pero con mucho más esfuerzo.

Jean-Louis Barrault

 

Hoy os ofrezco estas reflexiones sobre el tiempo de vacaciones de nuestros nietos.
Es mi pequeño homenaje a tantos abuelos que dedican el mes de julio a convertir su casa en guardería infantil y a pasar horas de paseos con cochecitos de bebés en los parques infantiles o en alguna piscina pública, a veces fatigados por las altas temperaturas del verano, pero sin perder la capacidad de disponibilidad tan propia de nuestros queridos mayores.

¿Vacaciones de los abuelos en verano?: Pocas.
Su espíritu de servicio se hace visible. Sigue su generosidad cuando después de julio llega el mes de agosto y procuran que el matrimonio joven se ausente una semana para descansar y se tome sus vacaciones reales.

¡Menudo regalo tener abuelos! Los abuelos, ya jubilados, recuerdan su juventud y saben que a sus hijos les conviene comunicarse mejor y que podrán hacerlo si tienen un tiempo para ellos solos y rehacerse del cansancio acumulado durante todo el curso; podrán airearse, salir de la rutina diaria y reponer fuerzas. Probablemente, ellos no lo pudieron hacer y el sueño que no realizaron lo proyectan en sus descendientes. ¡En este caso es una valiosa proyección!

Los abuelos dirigen su mirada al futuro como nos recuerda Sören Kierkegaard y hacen muy bien. Ellos saben que benefician a su familia y, aunque alguna vez sus dolencias no se correspondan con su buen ánimo, según la frase de Jean-Louis Barrault, perseveran en su papel con su esfuerzo cariñoso. Saben, también, que es la ternura que encuentran los nietos en su hogar lo que se guarda y permanece en el corazón y no se olvida nunca. ¡Cuánto siembran los abuelos y cuánto recogen los nietos!

Pienso en esta fábula que os transcribo para aplicarla a la fuerza del calor y del cariño en el trato de la convivencia. Es de Esopo, que vivió entre los años 550 y 600 a. de C.:

 

“El sol y el viento discutían para ver quién era más fuerte.

El viento decía: “¿Ves aquel anciano envuelto en una capa? Te apuesto a que haré que se quite la capa más rápido que tú”.

Se ocultó el sol tras una nube y el viento comenzó a soplar cada vez con más fuerza hasta ser casi un ciclón, pero cuanto más soplaba tanto más se envolvía el hombre en su capa. Por fin el viento se calmó y se declaró vencido.

Entonces salió el sol, y sonrió benignamente sobre el anciano. No pasó mucho tiempo hasta que el anciano, acalorado por la tibieza del sol, se quitó la capa.

El sol demostró entonces al viento que la suavidad y el amor de los abrazos son más poderosos que la furia y la fuerza”.

 
Los abuelos dan cobijo, calor y son de gran ayuda para limar tensiones,  transmitir raíces, tradiciones y dar un sabor especial y tierno a la familia, porque siempre ven todas las cualidades a sus nietos. Cuando son chiquitines los llenan de besos, canciones y abrazos; en la adolescencia saben  pasar por alto los cambios de humor y las salidas de tono que tiene cualquier adolescente; responden con sonrisas, buen humor, silencios cuando son necesarios y gestos amables.

Nos preguntamos si los padres jóvenes agradecen los desvelos de los abuelos. Pensamos que sí que lo valoran y lo agradecen pero les recordamos que es importante manifestárselo.

Encontré un día a una abuela disgustada porque después de haber dedicado tiempo y cariño a sus dos nietos de 10 meses y 3 años, porque sus padres al recogerlos le habían comentado: “Es que tú malcrías a los niños”. Lo hablamos y entre las dos acordamos que convenía evitar frasecitas de este tipo que de graciosas no tienen nada, porque las abuelas no son las malcriadoras oficiales sino, sencillamente, abuelas que se desviven para que sus nietos se sientan queridos y protegidos en ausencia de sus padres y adquieran seguridad.

Queridos abuelos, no nos dejemos etiquetar, conviene dialogar y aclarar siempre malentendidos. Quedarse callado y sufriendo por dentro es un cultivo para llegar al síndrome de la “abuela esclava”, que sería un ir haciendo a disgusto una tarea preciosa que da sentido a la vida de cualquier persona, especialmente, si esa persona se hace mayor porque los nietos dan sentido a la vida. Podría quedar entristecida, perjudicarse ella misma y no hacer felices a los demás.

Finalizo con estas dos sugerencias para padres y abuelos:

1.- Manifestar agradecimiento a los abuelos y, sin prisas, escuchar sus opiniones y apreciar el favor que nos hacen atendiendo a nuestros hijos  en tiempo de vacaciones escolares. Sabemos que las opiniones de los abuelos siempre son una referencia útil para los padres, aunque son ellos los que han de decidir cómo educar a sus hijos. Hago este inciso porque si bien sería un defecto por parte de los padres no valorar lo que hacen los abuelos también lo sería el que los abuelos quisieran intervenir en sus objetivos educativos.

2.- Recordar a los abuelos que si nuestros nietos ya son mayorcitos y pasan alguna temporada larga con  nosotros, es imprescindible establecer unas reglas de juego y que colaboren en las tareas del hogar; procuremos pasarlo bien, dedicando tiempo para ir con ellos de excursión, al cine o celebremos juntos alguna actividad atractiva. En realidad conviene celebrarlo todo porque es un privilegio poder estar con los nietos.

¡Feliz verano a todas las familias de Hacer Familia!