dijous, 3 de desembre del 2015

La década de los sesenta ("Batallitas")



Los años sesenta (“Batalitas”)

“La edad madura es aquella en la cual uno todavía es joven, pero con mucho más esfuerzo”.

Jean-Louis Barrault

Empiezo esta entrada del bloc haciendo unas breves pinceladas de recuerdos de las décadas tal y como muchos abuelos las vivimos, acompañados con las canciones de los Beatles.

Son vivencias que pueden ayudar a identificarnos y, sobre todo, a sentirnos útiles para enfatizar las diferencias en la manera de vivir de la mitad del siglo pasado respecto del siglo actual, y para que tanto los abuelos como los consuegros, los hijos y los nietos podamos ser más comprensivos unos con otros. Es cierto que para abuelos y padres cada día surgen elementos nuevos de todas las características y a gran velocidad, pero la verdad es que este siglo xxi es tan nuestro como de nuestros nietos, sólo que nosotros nos incorporamos antes. En lo que todos estamos de acuerdo, abuelos y padres, es en que los tiempos se han transformado y cambian de manera acelerada, si bien no ha habido ningún tipo de innovación que nos excluya de gozar de nuestros nietos e hijos, y que ellos disfruten de nosotros y de tener el privilegio de ir creando familia.

Muchas mujeres formábamos el colectivo de abuelas «no trabajadoras» y que daban vida a muchos hijos. Nos casábamos más o menos entre los veintiuno y los veinticinco años. Somos las protagonistas del denominado baby boom. Éramos muy jóvenes y la mayoría teníamos muchos años de posible fecundidad. Soñábamos con formar una familia numerosa donde los hijos fuesen la continuación de nuestro amor comprometido; deseábamos un hogar sólido, compacto, alegre y luminoso y nos preocupaban las dificultades. Nos habían educado para el esfuerzo. ¡El sueño se hizo realidad para muchas de nosotras…!

Somos las madres de estos hijos e hijas que hoy tienen entre cuarenta y cincuenta años, activos, recios, buenos, simpáticos y la mayoría con los mismos ideales que habíamos tenido tú y yo. Somos las abuelas que esperaban que el marido llegase al terminar el trabajo con los niños cenados y despiertos, esperando para dar el beso de buenas noches a su padre y darle así un rato de ternura y de alegría después de una larga jornada laboral, la misma que tenían y tienen las mujeres que trabajaban en el hogar... ¡nadie lo discute!

Nosotros pertenecemos a la vieja escuela. Somos la colección de abuelas que han hecho de todo: de gerentes de la economía doméstica, cocineras, cuidadoras sin pañales de un solo uso, o de chóferes, entre otras tareas, para recoger a los pequeños a la salida de los colegios o para acompañar a los abuelos al médico. Hemos realizado cursos de organización del hogar para ser más productivas contando los pasos para no perder ni un segundo… ¡Todo calculado! Así, hemos sido gestoras de recursos humanos y también psicólogas con el consultorio abierto —sobre todo los días festivos— para escuchar a toda la familia. Y todo esto sin secadoras de ropa, ni congeladores de tres estrellas, ni ordenadores para hacer la lista del supermercado, enviarla por Internet y recibir los productos necesarios para el buen funcionamiento de la casa, ni mail, ni wassApp para avisar de la reunión del colegio de nuestros hijos a un amplio grupo de padres… ¡Suerte que a veces hacíamos la cadena por teléfono!

Vivíamos la solidaridad, pese a que ni se hablaba de este valor con el nombre que ahora se ha encontrado; quedábamos con otras madres y nos turnábamos para las recogidas de los niños en la escuela: «Hoy me recoges a los míos, mañana ya te recogeré yo a los tuyos». Ahora nos apena que muchos vecinos ni se conozcan; en nuestra época nos teníamos tanta confianza que no sólo nos ayudábamos en la recogida o la entrega de los niños en la escuela, sino que con los del mismo rellano nos podíamos pedir cualquier cosa a cualquier hora: la típica cebolla, una taza de harina o lo que hiciese falta. También era habitual que viniese una vecina y te pidiese que la acogieras hasta que llegase el marido porque se había olvidado la llave en casa.

Deseo que estos recuerdos de época pasada nos ayude a valorar lo que ahora tenemos. Las personas siempre seguimos con la misma ilusión y corazón para amar a los demás y para educar a nuestros hijos dando testimonio de valores que les ayuden a ser felices… 

Hoy me ha gustado dejaros un poco de raíces antes de la Navidad para comprender mejor el legado de nuestros abuelos.

Vivamos estas fiestas con cariño y delicadeza hacia nuestros mayores.


Feliz Navidad 2015 y año 2016 con paz, serenidad y alegria!!!