dilluns, 28 de maig del 2018

La receta del amor en pareja está en su construcción diaria




La receta del amor en pareja: Construirlo cada día



Estuve hace poco en la televisión de Cataluña para presentar mi último título. Os escribo sobre "construir el amor"... ya vemos la imagen de la portada significativa para hablar de amor... cada día una hoja en blanco para no decaer en el empeño de que nuestro amor sea recio y recíproco.
La institución familiar lleva tantos años de historia, ya empezamos con Adán y Eva. No somos los primeros y nosotros mismos somos el resultado del amor; valoramos que nos dieran la vida nuestros padres, agradecemos haber estado en su proyecto de amor. Mis padres especialmente me cuidaron y me mimaron años después de la guerra civil en la que mi familia y otras muchas iban a comprar pan con la cartilla de racionamiento y en la que un panecillo blanco era un lujo que pocos se podían permitir además de muchas otras vicisitudes que pasaron. Algunas tristezas nos las contaron pero otras y – por que en aquella época “llorar no era de hombres” – no nos las explicaron nunca pero las adivinamos por el lenguaje del gesto y algún comentario pequeño. Hasta que no llegó la televisión  la vida de cada día de niños y adolescentes consistía en las clases en el colegio, escuchar noticias en la radio y música en una gramola imponente,  invitar a amigos a casa, asistir a Misa el domingo, pasear e ir a exposiciones los festivos, leer y conversar mucho. Así era la realización del proyecto y construcción de la familia en las décadas de los 50-60 del siglo pasado.

Soy de Barcelona y pienso en la figura del arquitecto del modernismo Antonio Gaudí. Hoy la Sagrada Familia, icono de la arquitectura moderna de Barcelona y de Cataluña, en los últimos dos años ha dado un salto espectacular en cuanto a visitantes. Si en 2010 atrajo a 2,3 millones de personas, en el año 2016 aumentó un 40% sus cifras y fueron 3,2 millones de visitantes los que se dejaron ver por el templo expiatorio del gran Antonio Gaudí. Con esta cifra, conocida hace apenas tres semanas, La Sagrada Familia supera a La Alhambra y se convierte en el monumento que más visitas recibe en toda España, que es a su vez el segundo país más visitado del mundo. (Según noticia de la Agencia EFE del 30/I/2017)

Antoni Gaudí fue considerado un loco o un visionario, como cualquiera de los que optamos por la aventura del matrimonio y la de formar una familia o como nuestro querido Guido en La vida es bella. Es nuestro sueño pero es un sueño accesible y real pero que no queremos empezar la casa por el tejado, como decimos coloquialmente.

Siguiendo con el ingenio de Gaudí se dice que el presidente del Tribunal de la Escuela de Arquitectura, Elies Rogent, afirmó: “Hoy hemos dado el título a un genio o a un loco. El tiempo lo dirá”. Hoy, el tiempo ha hablado y ha situado a Gaudí en el sitio que le corresponde, junto a los más grandes arquitectos de la historia. Puede que más de un matrimonio con la mochila cargada de años de amor también pueda ser tachado de loco pero puede también que haya dejado un buen legado a hijos y a nietos, que son personas honestas, simpáticas y agradecidas por la generosidad de sus padres y abuelos.

La construcción del amor se empieza por los cimientos, y, en este sentido, es fundamental el acuerdo libre que existe entre hombre y mujer para construir su familia. Lo haremos con paciencia y pulcritud, con lentitud tal como se merece el matrimonio. Se empezó lentamente la Sagrada Familia de Barcelona, y todavía se sigue trabajando para acabarla. Piedra a piedra se hicieron catedrales para ser finalizadas a la perfección no sólo lo que alcanzamos a ver a primera vista, sino también las filigranas de los techos y los acabados de las torres.

Se cuenta que preguntaron a Miguel Ángel como había esculpido la maravillosa obra de David y que él respondió lo fácil que le resultó sacar con golpes de martillo los trozos de mármol que sobraban, su figura estaba ya en el bloque. Los esposos no potenciaran su amor a golpes de martillo pero sí con otros tipos de golpes: delicadezas, palabras cariñosas, ternura, besos, caricias, abrazos… “martillazos” que son pequeños “golpes” de amor cómo los que daba el “tercer” obrero de este breve cuento:

Un hombre golpeaba fuertemente una roca, con rostro duro, sudando. Alguien le preguntó:

- ¿Cuál es su trabajo? Y contestó con pesadumbre:

- ¿No lo ve? Picar piedra.

Un segundo hombre golpeaba fuertemente otra roca, con rostro duro, sudando. Alguien le preguntó:

- ¿Cuál es su trabajo? Y contestó con pesadumbre:

- ¿No lo ve? Tallar un peldaño.

Un tercer hombre golpeaba fuertemente una roca, transpirado, con rostro alegre, distendido. Alguien le preguntó:

- ¿Cuál es su trabajo?". Y contestó ilusionado:

- Estoy construyendo una catedral.

¡Poner ilusión para acoplarse con tranquilidad! Miremos con que paciencia espera el agricultor el resultado de echar a voleo las semillas en la tierra y cómo sin hacer ruido y poco a poco lanza el pescador las redes al mar, y con la misma actitud paciente espera la captura de los peces. ¡Estamos y seguiremos estando en ello aunque no alcancemos el éxito inmediato!