La receta del amor en pareja: Construirlo cada día
Estuve hace poco en la televisión de Cataluña para presentar mi último título. Os escribo sobre "construir el amor"... ya vemos la imagen de la portada significativa para hablar de amor... cada día una hoja en blanco para no decaer en el empeño de que nuestro amor sea recio y recíproco.
La institución familiar lleva tantos años de historia, ya empezamos con
Adán y Eva. No somos los primeros y nosotros mismos somos el resultado del
amor; valoramos que nos dieran la vida nuestros padres, agradecemos haber
estado en su proyecto de amor. Mis padres especialmente me cuidaron y me
mimaron años después de la guerra civil en la que mi familia y otras muchas
iban a comprar pan con la cartilla de racionamiento y en la que un panecillo
blanco era un lujo que pocos se podían permitir además de muchas otras
vicisitudes que pasaron. Algunas tristezas nos las contaron pero otras y – por
que en aquella época “llorar no era de hombres” – no nos las explicaron nunca
pero las adivinamos por el lenguaje del gesto y algún comentario pequeño. Hasta
que no llegó la televisión la vida de
cada día de niños y adolescentes consistía en las clases en el colegio,
escuchar noticias en la radio y música en una gramola imponente, invitar a amigos a casa, asistir a Misa el
domingo, pasear e ir a exposiciones los festivos, leer y conversar mucho. Así
era la realización del proyecto y construcción de la familia en las décadas de
los 50-60 del siglo pasado.
Soy de Barcelona y pienso en la figura del arquitecto del modernismo
Antonio Gaudí. Hoy la Sagrada Familia, icono de la arquitectura moderna de Barcelona y de Cataluña, en los últimos
dos años ha dado un salto espectacular en cuanto a visitantes. Si en 2010
atrajo a 2,3 millones de personas, en el año 2016 aumentó un 40% sus cifras y fueron 3,2 millones de visitantes los
que se dejaron ver por el templo expiatorio del gran Antonio Gaudí.
Con esta cifra, conocida hace apenas tres semanas, La Sagrada Familia supera a La Alhambra y
se convierte en el monumento que más visitas recibe en toda España, que es a su
vez el segundo país más visitado del mundo. (Según noticia de la Agencia EFE
del 30/I/2017)
Antoni Gaudí
fue considerado un loco o un visionario, como cualquiera de los que optamos por
la aventura del matrimonio y la de formar una familia o como nuestro querido
Guido en La vida es bella. Es nuestro
sueño pero es un sueño accesible y real pero que no queremos empezar la casa
por el tejado, como decimos coloquialmente.
Siguiendo con el ingenio de Gaudí se dice que el
presidente del Tribunal de la Escuela de Arquitectura, Elies Rogent, afirmó: “Hoy hemos dado el título a un genio o a un
loco. El tiempo lo dirá”. Hoy, el tiempo ha hablado y ha situado a Gaudí en
el sitio que le corresponde, junto a los más grandes arquitectos de la
historia. Puede que más de un matrimonio con la mochila cargada de años de amor
también pueda ser tachado de loco pero puede también que haya dejado un buen
legado a hijos y a nietos, que son personas honestas, simpáticas y agradecidas
por la generosidad de sus padres y abuelos.
La construcción del amor se empieza por los cimientos,
y, en este sentido, es fundamental el acuerdo libre que existe entre hombre y
mujer para construir su familia. Lo haremos con paciencia
y pulcritud, con lentitud tal como se merece el matrimonio. Se empezó
lentamente la Sagrada Familia de Barcelona, y todavía se sigue trabajando para
acabarla. Piedra a piedra se hicieron catedrales para ser finalizadas a la
perfección no sólo lo que alcanzamos a ver a primera vista, sino también las
filigranas de los techos y los acabados de las torres.
Se cuenta que preguntaron a Miguel Ángel
como había esculpido la maravillosa obra de David y que él respondió lo fácil
que le resultó sacar con golpes de martillo los trozos de mármol que sobraban,
su figura estaba ya en el bloque. Los
esposos no potenciaran su amor a golpes de martillo pero sí con otros tipos de
golpes: delicadezas, palabras cariñosas, ternura, besos, caricias, abrazos…
“martillazos” que son pequeños “golpes” de amor cómo los que daba el “tercer”
obrero de este breve cuento:
Un hombre golpeaba fuertemente una roca,
con rostro duro, sudando. Alguien le preguntó:
- ¿Cuál es su trabajo? Y contestó con
pesadumbre:
- ¿No lo ve? Picar piedra.
Un segundo hombre golpeaba fuertemente
otra roca, con rostro duro, sudando. Alguien le preguntó:
- ¿Cuál es su trabajo? Y contestó con
pesadumbre:
- ¿No lo ve? Tallar un peldaño.
Un tercer hombre golpeaba fuertemente una
roca, transpirado, con rostro alegre, distendido. Alguien le preguntó:
- ¿Cuál es su trabajo?". Y contestó
ilusionado:
- Estoy construyendo una catedral.
¡Poner ilusión para acoplarse con
tranquilidad! Miremos con que paciencia espera el agricultor el resultado de
echar a voleo las semillas en la tierra y cómo sin hacer ruido y poco a poco
lanza el pescador las redes al mar, y con la misma actitud paciente espera la
captura de los peces. ¡Estamos y seguiremos estando en ello aunque no
alcancemos el éxito inmediato!