divendres, 27 de març del 2015

dissabte, 21 de març del 2015

Educar en la amistad y la sociabilidad

Educar en la amistad y en la sociabilidad (I)



Hoy reflexionemos juntos cómo ayudar a vivir la amistad y la sociabilidad a nuestros hijos. No puede ser un tema olvidado en la educación. (Os comunico que  tengo un título nuevo para mis lectores/as en catalán “Teixint el tapís de l’amistat”). Tener amigos es un bien preciado porque nos anima a darnos y en la generosidad está el núcleo de la felicidad.
Amar y ser amado sin esperar nada a cambio se halla en una buena amistad, amistad que apoya, acompaña, aleja tristezas y proporciona felicidad.
En todas partes y por todas partes se habla de felicidad. Y los que más hablan de ello son las madres y los padres. Desean que sus hijos sean felices desde el momento del nacimiento y la contemplación de su crecimiento los motiva para mejorar personalmente cada día algo más y transmitirlo. Recordemos que en latín amicitas, amicus, (amistad) son derivados de amare (amar).
Somos seres sociables y haciendo pasos de mejora personal es como motivaremos a los hijos a tener buenos amigos, a encontrarlos, a saber tratarlos, a conservarlos por este testimonio positivo que les resultará atractivo. Tenemos que ser padres afables con todos, que lucen con luz propia y así poder atraer la mirada de los hijos.
El deseo de felicidad y que los hijos sean felices, lo tenemos todos y todas. Muchas veces debo desplazarme en taxi para ir por un lado al otro a dar charlas en escuelas y, los taxistas - a pesar de que encuentro de optimistas o de muy gruñones - todos, todos, tienen un denominador común: una predilección especial para hablarme de sus hijos. Generalmente hacen esfuerzos para facilitarlos escuelas o actividades para encontrar buenos compañeros, les preocupa que no queden aislados o bien que, por la experiencia del taxista de “recoger” por la noche a chicos o chicas medio bebidos, no entren en el mundo del alcohol.
Con padres de escuelas me pasa lo mismo que con los taxistas, dan importancia a las reuniones para tratar temas de educación que se los facilitan las AMPAS. Van haciendo sus grupos cuando se acaba la sesión y conversan de sus hijos, se hacen amigos. También con conversaciones con adolescentes, me repiten lo mismo, les gusta reunirse y hacer proyectos con sus amigos. Los intereses de los adultos y de los jóvenes coinciden, necesitan asegurar la amistad.
Si decimos que el quid de la felicidad lo encontramos en ser queridos y en querer es natural que lo demostremos con hechos.
Que no nos pase como aquel chico enamorado que escribía a su novia:

"Para venirte a ver atravesaría montañas de fuego, para venirte a ver pisaría cuchillos afilados. Ahora bien si el sábado llueve no te vendré a ver”.

Habrá que demostrar a los amigos que los apreciamos con actos pequeños y grandes hechos con amor y por amistad y educar las emociones y el corazón de nuestros hijos para que sepan exteriorizar sus sentimientos con sus amigos, también. 
Nuestros hijos nos ven y nos imitan. Saben como tratamos a los amigos...



dimecres, 11 de març del 2015

Asertividad "versus" toxicidad

Asertividad versus toxicidad
“El corazón ve cosas que el ojo no puede ver. No conozco otro signo superior que el de la bondad”.
(Proverbios)
Nuestros hijos y nosotros mismos tenemos una manera de ser y de hacer según unos criterios que hemos ido interiorizando a lo largo de los años.Podemos enseñar a nuestros hijos a tratar a los demás sin menospreciar a nadie y motivarlos para que sean recios a la hora de saber decir Sí y No.Ese comportamiento, cuando se ha ejercitado la superación personal, nos hará ser asertivos  que es, sencillamente, tener empatía, flexibilidad, autocontrol y autoestima, habilidades de la cuales ya he hablado en este bloc.
La asertividad es una habilidad social que se puede cultivar y mejorar; pieza fundamental para encajar en el rompecabezas de la convivencia y que enseñamos a nuestros hijos con el testimonio personal.
Si reflexionamos juntos destacando la importancia de la asertividad, es para evitar las toxicidades que pueden influir negativamente en nuestro estado de ánimo y en el de nuestros hijos. (Hará falta tenerles confianza, sobre todo si son adolescentes, para comunicarnos a fondo si observamos  amistades o relaciones perjudiciales o, incluso, invitar a casa al “personaje” que nos parece que los intoxica, para conocerlo bien).

Tengo que deciros que pienso que no hay personas tóxicas… nunca me ha gustado etiquetar… pero sí que hay comportamientos tóxicos, que pueden desestabilizarnos y amargarnos la vida.

Distingamos la toxicidad de las personas que tratamos, controladoras y dominantes, cuyas quejas y comentarios negativos menudean en sus conversaciones, así como, su insensibilidad para ponerse en el lugar del otro.