Hoy reflexionemos juntos cómo ayudar a vivir la amistad
y la sociabilidad a nuestros hijos. No puede ser un tema olvidado en la
educación. (Os comunico que tengo un
título nuevo para mis lectores/as en catalán “Teixint el tapís de l’amistat”). Tener amigos es un bien preciado porque nos anima a darnos y en la generosidad está el núcleo de la felicidad.
Amar y ser amado sin esperar nada a cambio se halla en
una buena amistad, amistad que apoya, acompaña, aleja tristezas y proporciona
felicidad.
En todas partes y por todas partes se habla de felicidad.
Y los que más hablan de ello son las madres y los padres. Desean que sus hijos
sean felices desde el momento del nacimiento y la contemplación de su
crecimiento los motiva para mejorar personalmente cada día algo más y
transmitirlo. Recordemos que en latín amicitas,
amicus, (amistad) son derivados de amare (amar).
Somos seres sociables y haciendo pasos de mejora personal
es como motivaremos a los hijos a tener buenos amigos, a encontrarlos, a saber tratarlos,
a conservarlos por este testimonio positivo que les resultará atractivo.
Tenemos que ser padres afables con todos, que lucen con luz propia y así poder
atraer la mirada de los hijos.
El deseo de felicidad y que los hijos sean felices, lo
tenemos todos y todas. Muchas veces debo desplazarme en taxi para ir por un
lado al otro a dar charlas en escuelas y, los taxistas - a pesar de que
encuentro de optimistas o de muy gruñones - todos, todos, tienen un denominador
común: una predilección especial para hablarme de sus hijos. Generalmente hacen
esfuerzos para facilitarlos escuelas o actividades para encontrar buenos
compañeros, les preocupa que no queden aislados o bien que, por la experiencia
del taxista de “recoger” por la noche a chicos o chicas medio bebidos, no
entren en el mundo del alcohol.
Con padres de escuelas me pasa lo mismo que con los
taxistas, dan importancia a las reuniones para tratar temas de educación que se
los facilitan las AMPAS. Van haciendo sus grupos cuando se acaba la sesión y
conversan de sus hijos, se hacen amigos. También con conversaciones con
adolescentes, me repiten lo mismo, les gusta reunirse y hacer proyectos con sus
amigos. Los intereses de los adultos y de los jóvenes coinciden, necesitan
asegurar la amistad.
Si decimos que el quid
de la felicidad lo encontramos en ser queridos y en querer es natural que lo
demostremos con hechos.
Que no nos pase como aquel chico enamorado que escribía a
su novia:
"Para venirte a ver atravesaría montañas de fuego, para
venirte a ver pisaría cuchillos afilados. Ahora bien si el sábado llueve no te
vendré a ver”.
Habrá que demostrar a los amigos que los apreciamos con
actos pequeños y grandes hechos con amor y por amistad y educar las emociones y
el corazón de nuestros hijos para que sepan exteriorizar sus sentimientos con
sus amigos, también.
Nuestros hijos nos ven y nos imitan. Saben como tratamos a los amigos...
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