Mantengamos una actitud abierta, positiva y renovada. Con ilusión y entusiasmo para no dejarnos vencer por la comodidad. La vida es como el mar sin orillas que quiere abarcar la adolescente de esta imagen.
"El filósofo Diógenes estaba cenando lentejas cuando vio al también filósofo Aristopo, que vivía confortablemente a base de adular al rey.
Aristopo le dijo a Diógenes:
- Si hubieses aprendido a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esta peste de lentejas.
Diógenes le replicó:
- Si tú hubieses aprendido a comer lentejar no tendrías que adular al rey".
Aunque parecía que Aristopo no tenía problemas, no podía ser feliz porqué había cambiado su libertad anterior por un puñado de comodidades y de egoísmos que lo hacían esclavo. Vivía sin responsabilidad, esperando hartarse chupando de los otros sin criterio propio y, por lo tanto, sometido a las opiniones de los demás.
Nos podemos interrogar: ¿valoramos la libertad personal como una meta?, ¿tenemos una actitud de superación para conquistarla cada día?, ¿nos atrevemos a equivocarnos para asumir, cuando conviene, el riesgo de la libertad y rectificar o saber pedir perdón si hemos ofendido a alguien?, ¿deseamos tener hijos con una libertad responsable, recios, alegres y autónomos?
La libertad es un don; pero, es un don que no se puede desligar de las limitaciones ni de las precariedades de la misma vida. Para conquistarla tenemos que correr algún riesgo, todos estamos muy condicionados y tenemos traspiés. Tal como escribe Susanna Tamaro en Luisito (2008): “(...) nunca nos tendríamos que rendir a la comodidad, porqué actúa como los brebajes de las brujas: lo aceptas y te paraliza, te parece que aun estas viva cuando, en cambio, ya eres una momia.”
Reflexionemos para volver a las tareas ordinarias después de esta semana de vacaciones.
Se trata de navegar con acierto por el mar de la vida.
Se trata de navegar con acierto por el mar de la vida.
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