Ver hoy esta imagen me recuerda la
edición de “Un extraño en casa”, editada por Viceversa, destinada a padres de
adolescentes, también en catalán, editado por Pòrtic (grupo 62). Es por ello
que os dejo el inicio de la introducción des reflexiones sobre la adolescencia
porque el punto central es conseguir la comunicación “a pesar” de Internet. (Y
gracias a Dios que tenemos).
Hoy es difícil comunicarse con los
hijos, y la convivencia se convierte en un rompecabezas de máxima dificultad en
el que es complicado encajar todas las piezas adecuadamente. ¡Nos ha salido
competencia!
Y es que ahora resulta que nuestros
hijos prefieren conectarse con los amigos de la Red antes que comunicarse con nosotros. Y los
padres abandonamos al primer ramalazo de nuestro hijo por no saber establecer
diálogos con esos adolescentes felices con sus auriculares en los oídos.
¿Cómo abriremos la puerta del diálogo?
¿Cómo conseguiremos que nos escuchen y cómo sabremos escucharlos? ¿Cómo podrán
interiorizar los valores que les queremos transmitir y que ellos también se
plantean, valores tales como la amistad, la bondad, la generosidad, el amor, la
responsabilidad, la autonomía o la libertad, si no podemos conversar con ellos?
¡No es fácil! Tenemos muchos
contrincantes en Internet y una solución muy pobre sería intercambiarnos
mensajes o chatear a través de
Facebook con ellos. Debemos buscar
otras alternativas más personales, a la vez que aceptamos, con naturalidad y
alegría, este instrumento del tercer milenio. No podríamos avanzar ni ser
eficaces sin asumir las tecnologías actuales con simpatía.
Procuraremos, en primer lugar,
conservar y fortalecer el vínculo afectivo que se creó en la etapa infantil de
nuestro hijo. Lo fundamental para comunicarse es el afecto que ya tenemos
ganado y que proporciona el clima de confianza óptimo. También nos esforzaremos
por comprenderlo y así despertaremos en el adolescente una aceptación y un
respeto crecientes.
Me siento capaz de transmitiros mis
experiencias. Me avalan la educación, compartida con mi esposo, de seis hijos
en todas sus etapas de crecimiento, los estudios de magisterio y de orientación familiar que
me ofrecieron la oportunidad de conocer en profundidad los temas que nos ocupan
y preocupan hoy, mis
conversaciones con padres y adolescentes para encontrar soluciones a sus
problemas de comunicación, el contacto regular con asociaciones, colegios y
escuelas de padres donde he impartido conferencias y sesiones de orientación
familiar. De todos he aprendido mucho, antes y después de los coloquios. En los
capítulos siguientes, leeremos, pues, algunas ideas, historias, anécdotas, vivencias
y algunas sugerencias prácticas.
En todo caso, Un extraño en casa está escrito con el objetivo de intentar
establecer una buena comunicación con los hijos cuando llegan a la
adolescencia, a pesar de las características propias de esta etapa y las
dificultades y presiones externas que nos irán surgiendo por el camino. Son
adolescentes y, como indica su etimología latina, adolescere, les falta algo para alcanzar esa madurez, y los padres
debemos ayudarlos a conseguirla.
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