diumenge, 24 de novembre del 2013

Regalos para los nietos...


Cuando los abuelos llenamos de regalos a los nietos.

“Es necesario aprender a tener lo que necesitamos y no únicamente lo que queremos”.
Paulo Coelho

Tenemos crisis económica y las estadísticas de personas que están sin trabajo nos entristecen. Hoy muchos abuelos sustentan familias mientras ven que sus hijos deben ir llamando puertas para tener una colocación. A pesar de ello los abuelos siempre han tenido una especial predilección por sus nietos y casi nunca son capaces de negarles nada y caen en el defecto de llenarles de excesivos regalos.

He visto preocupación en alguna madre joven al preguntar en un coloquio después de una reunión con padres: “¿Y cómo tengo que explicar a mis suegros que no quiero tantos obsequios?”

Os hago una confesión. Al comienzo de ser abuela sólo pensaba en el regalo que gustaría más a mis nietos. Si para mí me dolía gastar dinero, para ellos - que viven en otra ciudad -, no tenía ningún remordimiento en comprar y en perder el tiempo para elegirles ropa y juguetes.

Ahora que han pasado los años puedo decir que aquello de parecer un mago que sacaba todo de la bolsa lo hacía porque veía mucha  ilusión, pero al mismo tiempo había una gran parte de satisfacción  personal y adquiría un protagonismo que no beneficiaba la convivencia.

Si cuando vamos a casa de los nietos, los pequeños preguntan: “¿Qué me traes?”, podemos responder, más o menos, con alegría: “El mejor regalo que te traigo es que la abuela o el abuelo te venga a ver”. 

Algún presente que regalamos a un adulto puede tener un precio irrisorio pero hace feliz al que lo recibe, porque le recuerda alguna emoción o lo relaciona con un buen momento. No hay nada peor que obsequiar por obsequiar o para quedar bien o por compromiso, sin pensar en la sensibilidad de la persona que lo recibe. Lo mismo nos pasa con el nieto, a veces hacemos un regalo que no es caro pero que le reporta horas de juego compartido o alguna idea que ilumina su creatividad, iniciativa y  genialidad.

Los abuelos no queremos ser los mal criadores oficiales porque somos sencillamente, abuelos. Abuelos que saben rectificar si se equivocan y abuelos que saben que la mejor dádiva para los nietos es dar su ternura, experiencia y su tiempo.
(Publicada en "Hacer Familia", noviembre de 2013)
 

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