Necesito autonomía: “Yo solo”
«Despacito y buena letra, que el hacer las
cosas bien importa más que el hacerlas».
En un blog de educación detectamos el interés que suscita
un tema por el número de comentarios y por las opiniones que recibe. En mi blog
sobre la convivencia, el día que escribí sobre la edad de la autonomía de
nuestros chiquillos no daba crédito al número de visitas que tuve. Era natural.
Mientras nuestro pequeño recibe de los padres, sin mostrar rechazo, toda clase
de ternura, demostrada con caricias, besos, abrazos o se queda tranquilamente
dormido en la cuna después de unos cuantos balanceos y arrullos, todo es fácil
y entrañable. El desconcierto surge cuando nos indica que se opone a sus padres
con un arrebato.
A partir del año y medio o los dos años, los niños
empiezan a querer disfrutar de su autonomía, que debe incentivarse en lugar de
«cortarle las alas».
Por eso doy pequeñas soluciones para ayudar cuando sus
pataletas y su oposición empiezan en casa. En la escuela infantil, tienen
medios para solucionarlas sin tanta dedicación, porque los niños tienen
actividades en grupo, y a esta edad de la imitación que surge a partir del año
y medio o dos siguen las indicaciones de su maestra con más rapidez, como nos
comentará más adelante una de ellas.
Las pataletas, normalmente, coinciden con el hambre, el
sueño, algún capricho al que no podemos ceder o por la incipiente necesidad de
autonomía de nuestro pequeño. Una manera de evitarlas o reducirlas será tener
mucha calma, observar qué las origina y no perder la serenidad.
Me comentaba un matrimonio joven: «Antes de acostarlo,
hace unos días que le recordamos que cuando se levante no debe chillar ni
llorar, que nosotros iremos a buscarlo para darle el desayuno si no chilla… y
parece que funciona. Es decir, antes de acostarlo, cuando está tranquilo,
hablar con él de lo que tiene o no tiene que hacer, todo con la finalidad de
mantener la autoridad y de evitar rabietas».
Es importante que los padres sepamos distinguir cuándo
una rabieta es por enfermedad, por ganas de llamar la atención, porque le
hacemos poco caso (repasemos si le damos el afecto que requiere su edad),
porque somos muy protectores y no le dejamos ni respirar o porque cortamos sus
iniciativas, que le supondrían más autonomía. Sus iniciativas les hacen crecer
en creatividad y habilidades personales.
Es importante que nuestro hijo vaya consiguiendo
autonomía, aunque para ello tenga momentos de enfado. Todos hemos visto
pequeños contrariados porque no les dejamos comer solos, o porque no consiguen
ponerse los calcetines. El «yo solito» va triunfando, y nosotros contestamos:
«Yo lo hago más rápido y mejor…».
En una escuela
infantil le preguntaron a un niño de cinco años que definiera lo que era para
él un abrigo. Y contestó: «Es la prenda que me hace poner mi abuela cuando ella
tiene frío».
A todo esto nos
preguntamos: ¿acabamos con alguna iniciativa de nuestros pequeños o tienen
pataletas para llamar la atención y conseguir algo que no les damos? ¿Qué
hacer? Siempre: lo que les eduque más.
No siempre tenemos claro qué es más beneficioso para ellos, y lo podemos
confundir con lo que resulta mejor para nosotros. Nos puede servir de ejemplo
la situación frecuente en la que los niños interrumpen con insistencia las
conversaciones de los mayores. Tiran de la ropa, gritan, lloran, y con tal de
que nos dejen tranquilos escuchamos su mensaje: «Quiero un donut». Y le
contestamos razonando que ni tenemos ni hay tiendas a nuestro alrededor. Pero
él insiste, dejamos la conversación y nos vamos con el niño. ¿Qué mensaje le
hemos enviado? Que su pataleta y lo que nos pide es más importante que nuestra
conversación.
Siempre ante una rabieta lo mejor es esforzarse
en la paciencia y, por tanto saber esperar, sin perder la calma.
Conviene conservar la calma, asegurarse de que no
se haga daño, que no rompa nada y seguir a su lado sin inmutarse, sin reñirle
ni insistir en que se calle y, mientras, pensar por qué tiene la pataleta.
Os dejo un pequeño ejemplo para finalizar
aplicable a cualquier otra situación. ¡Cada uno vive las suyas!
Por ejemplo: ¿se ha quitado los zapatos y te está
pegando porque se los quieres poner?; Espera. Que vaya descalzo. Se los pondrá
de inmediato cuando anuncies alguna novedad: salida al parque, hora de juego,
hora de dibujos animados... y, entonces, podrá comprender que no tendrá estas
gratificaciones hasta que se ponga los zapatos.
Y... aquí os dejo a nuestra amiga Mafalda en plena rabieta. ¡Feliz verano!
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